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El teatro como medio de comunicación y su efecto en la audiencia


El teatro desde la época de los griegos ha sido y es uno de los medios de comunicación y expresión más poderosos después de la televisión, el cual ha sabido captar las realidades socio-políticas y transformarlas en comunicación inmediata para ser disfrutada por todos los espectadores, llegando inclusive a influenciar y cambiar maneras de pensar, sentir y actuar, a través del discurso emitido. 
Este discurso que llamamos “obra de teatro” o “mensaje” está influenciado a su vez por la propuesta o visión del director, del escenógrafo y obviamente de los actores, entre otros. Todos estos artistas que intervienen en el hecho teatral también tienen una propuesta o forma de entender este mensaje del autor y de comunicarlo al público de una manera definida, la cual denominamos “propuesta”.  

Y es aquí cuando todos los artistas se juntan, discuten analizan y llevan a escena una obra de teatro con fines específicos y definidos; y este trabajo esta hecho para un público que va a recibir ese mensaje de comunicación previamente diseñado y estudiado.

Es aquí donde el espectador llega a la sala de representación y fluye junto con la obra, poco a poco se va identificando con ella, comienza a sentir emociones, se ríe, llora, se disgusta; algo comienza a pasar y sencillamente estamos hablando del resultado de un hecho comunicacional y la relación público-espectáculo. Si no, ¿Cuantas veces no vemos a la gente salir de una pieza teatral llorando, riendo, o comentando cuan buena fue, cual divertida, cuan fuerte, cuan decepcionante, o que magistral la actuación de tal o cual artista?

El teatro surge entonces como una especie de divina catarsis, como forma de terapia, y es, justamente allí, donde el arte escénico tiene la capacidad de persuadir, informar y entretener a las personas siendo éstas quienes, según sus experiencias, terminarán por escoger la pieza teatral a ver que más se parece a lo que están viviendo, dependiendo de los intereses personales de cada quien. Por eso podemos atrevernos a decir que uno de los mensajes universales que puede combinar el teatro es la necesidad de vivir experiencias nuevas a través de un acto recreativo. 

Claro esta, podemos también entonces decir que en este proceso de la comunicación teatral participan otros elementos que serán importantes para comprender el mensaje de una pieza o espectáculo escénico, me refiero las diferentes visiones que le pueda dar el espectador al montaje ; lo que conlleva a que muchas personas sean capaces de encontrar traducciones diferentes, de un mismo mensaje. 

Aquí podemos comprender lo siguiente: Es el hecho de que o cómo la información, cumple su objetivo cuando se mantiene intacta, clara, por quienes la crean, transmitiendo su versión de los mensajes, con la finalidad de que la mayoría posible lo comprenda. 

Pero el teatro no cuenta con una retroalimentación diáfana que le muestre lo que el público analiza o siente al ver el espectáculo. Sin embargo, lo que sí permite medir el éxito de una obra son las reacciones de esos asistentes; como la risa y el aplauso final, así como también las emociones expresadas por el público en el momento que vive el espectáculo, por ejemplo, el hecho de llorar o salir conmovido de la obra como mencionamos anteriormente. El comentario final y la recomendación, siempre serán positivas manifestaciones de que el mensaje produjo un efecto en la persona y ésta lo transmite a otras para que lo vivan. Estamos hablando ya de comunicación innegablemente.

Allí encontramos, a un público comunicando lo que la esencia principal de la obra teatral quiso decir o pretende transmitir. El efecto ya está en el entorno, las reacciones positivas o negativas se transmitirán en lo que vulgarmente conocemos como recomendación; pero esto es solamente parte de un mensaje, ya que la persona o personas que lo emiten estarán comunicando su experiencia propia de acuerdo a lo que la obra pudo mover emocionalmente. 

Citemos un ejemplo: Un espectador tiene una forma de pensar: “Soy un hombre que tiene la fiel convicción de que Cristo es el propio Dios y por lo tanto un ser perfecto”. Resulta que ese mismo espectador asiste a una obra de teatro que representa la vida de Jesucristo con un contexto totalmente diferente a lo que el cree y defiende, ¿Cuál es el impacto del mensaje en ese espectador en particular? Incredulidad, rabia, molestia porque no acepta lo que están representando. Entonces inmediatamente, se comienzan a mezclar los componentes culturales y los valores aprendidos. Conclusión, la obra para ese espectador es mala y puede llegar a sentirse estafado y decepcionado moralmente. ¿Esta persona recomendará de forma positiva esta obra? La respuesta seguramente es no. Pero podemos comprender que no hay objetividad en la emisión de su referencia si no que proyecta lo que sintió, catalogando subjetivamente el comentario.

Pero indiscutiblemente para que el fenómeno teatral pueda hacerse realidad es necesario del público. Sin éste componente es como decir que un emisor, no tenga un receptor. 

Y aquí se descubre una comunicación maravillosa entre el actor y el público por el proceso de la comunicación, porque los artistas logran desconectar por un lapso de tiempo de su realidad al espectador. Este se engancha e inclusive sueña junto con el actor en la vida de su personaje. 

Por último, debemos abordar el tema de la motivación que produce el teatro como medio de comunicación. En una sociedad, donde están presentes grandes carencias y vacíos, las personas tienen necesidad de encontrar un soporte, o mejor dicho, un medio que los nutra y les provea de estímulos para así reivindicar la estima y dar apertura a nuevos pensamientos que dinamicen su existencia.

Es allí donde la comunicación del teatro, conduce y da como aporte su más valioso legado: la fuente motivacional. En una función teatral el mensaje resalta los temores, las críticas, y las insatisfacciones humanas; pero también puede crear un halo de esperanza, albergando desde otra perspectiva el sentido de la fe. 
 

El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma.

Arthur Miller
(dramaturgo estadounidense)

Agradecimiento al psicólogo Enzo de Paola

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Karl Hoffmann

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