Desde la biblioteca de Rania
…los libros favoritos de La rana encantada.
CHAMARIO
Eduardo Polo
Ediciones Ekaré.
Caracas, 2004.
Queríamos abrir la sección de literatura para niños de una manera especial, por eso la elección nos fue sencilla: un libro del afecto. Un libro que se haya convertido en el símbolo del gozo de leer. Que nos conmueva, nos despierte sonrisas, nos humedezca la mirada y provoque la risa compartida. Ese libro es Chamario, de Eduardo Polo, uno de los heterónimos del recordado Eugenio Montejo y que fue Ganador de Los mejores libros para niños y jóvenes del Banco del Libro 2005.
Rimas clásicas comparten espacio con juegos más osados para tratar la palabra con la irreverencia de quien puede desdoblarla para convertirla en el material de un lenguaje más dinámico usando inversiones, omisiones, fragmentación, trastocando los acentos, cambiando vocales y haciendo malabares con la sonoridad. Cada poema nos regala su propio universo, y con él, sus reglas y su lógica, dentro del absurdo que el juego literario propone.
Las ilustraciones de Arnal Ballester son un reto para quien las observa, de apariencia sencilla, plenas de color, guardan múltiples conexiones con los versos y crean además su propio mundo de referencia, explorando en la narrativa visual con un gran sentido del humor.
Poeta e ilustrador se han dado la mano para hacer juntos una travesura genial: desmitificar la poesía y devolverla al espacio de juego y disfrute de las primeras nanas, elevadas en un renovador vuelo lírico.
Desde los bebés -atraídos por la melodía del lenguaje- hasta los adultos -conmovidos por las sutiles imágenes- quedan encantados con los juegos poéticos de Chamario.
Un libro que recomendamos doblemente: desde el corazón y desde la razón. Por eso se ha convertido en uno de nuestros libros de cabecera en el Reino de Rania, hogar de La rana encantada.
De Chamario:
Cuando sea
Cuando sea grillo
cantando a la luna
si oyes mi organillo
dame una aceituna.
Cuando hormiga sea
cargando un gran peso,
que lamenos te vea
a la luz de un beso.
Cuando sea ciempiés
con mis cien botines,
deja queuna vez
cruce tus jardines.
Cuando no sea nada
sino sombre y humo,
guárdame en tu almohada
que yo la perfumo.
Tontería
Un niño tonto y retonto
En un gran árbol se monto.
Con su pelo largo y rubio
hasta la copa se subió.
Se creyó un pájaro solo
que iba a volar y no volo.
De la altura, en un desmayo,
el pobre niño se cayo.
La madre sufrío un martirio,
cuando vio que su hijo se hirio.
La casa era un manicomio,
porque aquel niño no comio.
Y aunque frunció en entrecejo,
el pobre nunca se quejo.
A pesar de que era recio,
el rostro se le entristecio.
Con un poco de yoduro,
una enfermera lo curo.
Y después de un mes temprano
su cuerpo al final se sano.
Creció feliz y muy gordo
y nunca más lo recordo.
El horizonte
El horizonte en mi cuaderno
es una larga raya
en donde el sol pasa el invierno
sobre la playa.
Y si el sol apenas es un disco
rojo o marrón, no importa,
como la huella de un mordisco
en una torta.
Si hay un navío allá a lo lejos,
si vuela el alcatraz,
trazo en dos líneas sus reflejos,
¿para qué más?
Al dibujar una palmera
voy siempre poco a poco:
pongo mis verdes donde quiera
y arriba un coco.
Lo más difícil es mi cara,
aunque copie el espejo:
siempre resulta larga y rara
parezco un viejo.
Y al fin de todo, no lo olvido,
pinto una casa al centro.
Firmo el dibujo, me despido,
y en ella entro.
Y si quieres jugar con los demás poemas, el libro te espera: en la librería, en la biblioteca. O quizás te sorprenda justo sobre tu almohada. Este libro, de formato pequeño, contiene un mundo mágico que te invitamos a descubrir.
¡Nos encontramos otra vez para compartir la alegría de leer!
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Eduardo Polo
