El Bolshói fue inaugurado el 18 de enero de 1825 con la representación del ballet del catalán Fernando Sor, Cenicienta. En un principio, era un foro exclusivo para el arte ruso; las óperas presentadas servían como contrapeso a la fuerte influencia italiana del siglo XIX. Entre los compositores predilectos estaba Mijaíl Glinka y, actualmente, todas las temporadas comienzan precisamente con una ópera de Glinka. A partir de 1840 comenzaron a introducirse obras de compositores extranjeros.
La palabra “bolshói” significa “grande” en ruso. Efectivamente, el teatro Bolshói es uno de los centros más grandes y significativos de la ópera y el ballet mundiales. El edificio está situado en la plaza Teatrálnaya, en el barrio histórico de la capital de Rusia. El 28 de octubre de 2011 los espacios del teatro fueron reabiertos al público tras permanecer cerrado por restauración desde 2005.
El renovado Bolshói conserva la imagen exterior del edificio construido para la compañía imperial rusa en 1856 por el arquitecto Albert Kavos, quien a su vez restauró la obra inicial del arquitecto Osip Bovet, concebida en 1821 y destruida por un incendio en 1853.
La majestuosa entrada de columnas de piedra caliza está coronada por una escultura de Apolo que dirige una cuadriga a galope. El autor de la obra, que es uno de los símbolos más emblemáticos de la capital de Rusia y está reproducida en los billetes de 100 rublos, es Piotr Koldt.
También en el interior los responsables de la última restauración insistieron en recuperar el brillo imperial del siglo XIX que el teatro perdió en la época soviética. La sala principal ahora presenta una apariencia especialmente lujosa: los diez palcos están cubiertos con finísimas láminas de pan de oro elaboradas a partir de más de tres kilogramos del metal precioso; en la decoración fueron empleados tejidos de seda natural; y para los relieves se fabricó un tipo especial de papel maché.
Desde el punto de vista técnico, el Bolshói cuenta ahora con la tecnología más avanzada. El foso de la orquesta puede elevarse para situarse al nivel de los espectadores o del escenario, que puede tomar dos posiciones: una posición para los espectáculos de ópera y otra, inclinada hacia la sala, para el ballet. La superficie está tratada con materiales especiales para proteger los pies de los bailarines.
Sobre el palco principal ahora pende un águila bicéfala, un elemento del antiguo escudo del Imperio ruso que ocupó este lugar desde el año 1856 y que en la época soviética fue sustituido por la hoz y el martillo. El escudo soviético tampoco figura ahora sobre la fachada del edificio teatral.
De la época de la desaparecida Unión Soviética se conserva el ambiente de la cafetería que se construyó en el año 1937 y un espacio que se hizo detrás de uno de los palcos y que fue utilizado como despacho por Stalin.
El sonido recibió en el proceso de restauración un trato especial. Los expertos en acústica eliminaron los detalles de cemento en la decoración que perjudicaban la adecuada expansión del sonido y en los recubrimientos se utilizó madera de abeto, que devolvió a la sala la acústica del siglo XIX, época en la que se consideraba la mejor entre los teatros europeos.
Uno de los telones es una reproducción del instalado en el año 1856. Su única pieza, de más 700 kilogramos, reproduce un episodio de la guerra contra los invasores polacos en noviembre de 1612: la entrada en Moscú de las tropas comandadas por Dmitri Pozharski y Kuzma Minin.
La superficie del teatro Bolshói se duplicó con la restauración: antes de las obras el edificio contaba con 40 000 metros cuadrados y ahora son casi 80 000. Este gran aumento fue posible gracias a que bajo la plaza Teatrálnaya, a una profundidad de dieciocho metros, fue construida una sala de conciertos subterránea. El auditorio lleva el nombre “Beethoven” y tiene capacidad para 330 espectadores. La sala resulta estar situada cerca de una línea del transporte subterráneo de Moscú, por lo que hubo que realizar trabajos de aislamiento acústico especiales que comprendían medidas como instalar amortiguadores en las vías. En la plaza pueden observarse cabinas de cristal que sobresalen del pavimento: se trata de las salidas de emergencia de la sala subterránea.
Sin embargo, al ampliar las instalaciones, para la mayor comodidad de los espectadores se redujo el número de butacas de la sala principal. Ahora son 1740 en vez de las 2185 que había en la época de la Unión Soviética. Con esta reforma, el número de las butacas vuelve a corresponder a las cifras indicadas en el Anuario de teatros imperiales del año 1895. 396 asientos están destinados a personas con discapacidades físicas y para las fundaciones benéficas que reparten las entradas entre personas con reducidos recursos financieros. Estas entradas subsidiadas cuestan 100 rublos, poco más de tres dólares estadounidenses. Los precios para el público en general oscilan entre 3500 y 15 000 rublos (115-500 dólares).
Tras la reconstrucción, el Bolshói se convirtió en todo un complejo teatral. En el edificio principal, además del escenario central, hay una sala con un escenario más. Se ubica en el ala derecha del edificio, que anteriormente era utilizada para los ensayos del coro. El cuerpo central se comunica por dos galerías, una de ellas subterránea, con La Nueva Escena, un nuevo escenario que se construyó en 2002 y se utilizó para los espectáculos mientras se realizaban las labores de restauración.
La obra necesitó asimismo complejos trabajos para reforzar los cimientos del teatro, dañados por las aguas del río Neglinka. Fueron necesarias miles de toneladas de hormigón para que la base fuera como una plataforma sólida unitaria.
En total en las labores de reconstrucción participaron unos tres mil obreros, ingenieros y artesanos y se invirtieron 21 000 millones de rublos, unos 680 millones de dólares.
Extraído de Rusopedia.com