Por Katty Salerno
CURADAS
A Tania Sarabia ya la está pegando la cuarentena decretada a consecuencia de la pandemia del coronavirus, como seguramente les está ocurriendo a millones de personas en el mundo. Son 44 años dedicados al teatro, la televisión y el cine que se detuvieron de un solo golpe, sin poder evitarlo. No pudo, tampoco, despedirse de su hermana, Argens, quien falleció de un paro cardiaco, ni mucho menos asistir a su funeral.
Aun así, no ha perdido el fantástico sentido del humor ni la espontaneidad que le caracterizan y que la han convertido en una de las actrices más queridas de los venezolanos. Así se mostró en esta entrevista telefónica que concedió a Curadas una de estas tardes, a su regreso de hacer unas compras en el mercado de los gochos que van a la zona donde vive – “que al fin pudieron conseguir gasolina para venir a Caracas”, cuenta – y después de haberle llevado el almuerzo al vigilante de su edificio, donde los vecinos se turnan para dar de comer al trabajador.
¿Cómo estás sobrellevando la cuarentena?
Para mí ha sido terrible por la sencilla razón de que el 28 de marzo murió mi hermana. Ella estaba malita del corazón y sufrió un paro cardiaco. Llevaba 11 días sin verla. Solo hablábamos por teléfono porque por la cuarentena nos dejamos de ver. Ese viernes fue la última vez que hablamos. No nos pudimos despedir. Es como si se hubiera muerto en Australia. La funeraria retiró su cuerpo y mi sobrino tuvo que ir solito a La Guairita a hacer los trámites. Al día siguiente la incineraron y él fue el único que pudo asistir, ni siquiera mi cuñado, porque solo permitían que estuviera presente una persona. Yo no he podido ni ver sus cenizas. ¡Es una vaina muy dura! Así que aquí estoy, tratando de torear este luto.
De resto, haciendo terapia ocupacional. Empecé a caminar, lo estoy haciendo 45 minutos todos los días porque si no me voy a poner como una nevera de dos puertas. Tejo, bordo, coso. Agarro algo y lo coso y lo desbarato y lo vuelvo a cocer. Arreglo closets, arreglo gavetas. ¡Estoy obstinada con esto! Imagínate que he llegado a tal nivel, que me he ofrecido a los vecinos para pasearles el perro y bañárselo cuando hay agua. Limpio y paso coleto también, todo con tal de no ladillarme… Oigo la misa los domingos a las 9 de la mañana por la radio. Escucho música, leo. Cosas que ya leí las he vuelto a leer. Menos mal que existe WhatsApp porque así leo bastantes noticias. Grabo mis pódcast pero para eso viene un amigo, Vladimir Aguilera, mi productor, porque yo soy medio tarada con esas cosas de las redes sociales.
¿Y de qué van esos pódcast?
Yo pertenezco a la fundación Senos Ayuda y quiero recordarles a las mujeres que el coronavirus no tiene nada que ver con el cáncer. Que hay que seguir cuidándose, sobre todo ahora que uno está más ansiosa; que hay que continuar haciéndose el autoexamen, la mamografía, el eco. Tienen que cuidarse porque el cáncer de mamas es la primera causa de muerte oncológica en las mujeres, superando incluso el del cuello uterino. Así que las mujeres tenemos que seguir muy pendientes con esto y no ocuparnos solo del coronavirus.
Tania Sarabia se unió a Senos Ayuda luego de que le diagnosticaran cáncer de mamas en 2001. Se sometió a un proceso de quimio y radioterapia durante un año y luego a un tratamiento complementario con tamoxifeno por cinco años. “A consecuencia de la radioterapia mis pulmones tuvieron que luchar mucho y sufrieron una pequeña lesión, una secuela que me produce asma bronquial y me da mucha tos. Pero aparte de eso, estoy perfecta”.
¿Había antecedentes de cáncer de mamas en tu familia?
Sí. Mi hermana había tenido cáncer de mamas. A lo mejor mi abuela, a lo mejor mi mamá, pero como en esa época esas cosas eran un misterio… Pasaban cosas y a uno le decían que no dijera nada. Y si no se hablaba del cáncer de mamas menos se hablaba del de cuello uterino, porque de allá abajo menos se hablaba…
¿Alguna vez sentiste miedo de perder la pelea?
No. Nunca. Yo siempre me dije: “Yo voy a salir de esto, yo voy a salir de esto, yo voy a salir de esto. Yo no me puedo morir, mi nieto acaba de nacer y quiero verlo crecer. Mi hija está muy jovencita. Yo tengo mucho que hacer y no me puedo morir”. Eso me lo repetía todos los días. Y oraba mucho a Dios, pidiéndole que me ayudara a salir de eso. La oración da mucha energía, mucha fuerza.
¿Eres religiosa, crees en Dios?
Yo soy católica, apostólica y romana. Aunque lo de romana ya no sé… con este papa que no me gusta mucho… (Risas)
Autoteatros y radionovelas
Tania Sarabia retoma el tema del coronavirus para comentar que entiende que la gente ande “medio loca con eso”, en especial con tanta información contradictoria que circula por las redes sociales.
“Ya uno no sabe si debe ponerse o no la mascarilla, si debe salir o no. Un día dicen que la distancia es de un metro, pero al otro que es mejor que sean dos. Que puedes ver a tus vecinos pero no ir a casa de tu familia. Y si hay nietos no los dejan ver a los abuelos. A los abuelos nos quieren desaparecer, y me incluyo porque yo también soy abuela. ¡Como que quieren acabar con los viejos a como dé lugar! ¡Dígame eso! Los dos premios Nobel de Física del año pasado son unos viejitos. Si los hubieran matado no habrían podido descubrir los planetas esos que encontraron detrás del Sol. Eso quiere decir que los viejitos sí servimos para algo, ¿o no? (Risas)
Me imagino que no estás trabajando…
¡Pero de dónde amor si no hay cariño! Vamos a tener que inventar unos autoteatros para que los actores podamos trabajar, porque con este rollo de que la gente tiene que guardar la distancia, quién va a poder ir al teatro. Autoteatros, así como los autocines, y que nos pongan una tarima enorme y un telón negro y ahí nos montamos a trabajar. Y si se va la luz la gente nos puede alumbrar con las luces de los carros. ¡Yo vivo inventando vainas pa salir de esto! (Risas)
Y también he pensado que debemos volver a las radionovelas, que marcaron el origen de las telenovelas. Las radionovelas empezaron en Cuba, en las plantaciones de tabaco. Los trabajadores, los que enrollaban las hojas para hacer los tabacos, eran muy indisciplinados y llegaban tarde, cuando iban, o sencillamente no iban, tú sabes como es la vaina caribeña. Entonces a alguien se le ocurrió un día empezar a contar cuentos para entretener a los trabajadores, que iban enrollando sus tabacos mientras escuchaban las historias. Pero los cuentos no se los terminaban sino que se los dejaban en un momento álgido, para que así los trabajadores volvieran al día siguiente a escuchar la otra parte de la historia.
Pero esa idea de volver a la radionovela suena interesante. ¿Se la has planteado a algún productor o director…?
¡Sí, y les gusta!
¿Y puede haber algo concreto entonces?
Puede haber. Pero no lo digo muy duro, para que se dé…
El inicio
Quiero ir a tus inicios en la profesión, cuando debutaste con José Ignacio Cabrujas. ¿Tenías entonces alguna formación actoral?
¡Pero te fuiste al Pleistoceno! Y para responderte me tengo que ir más atrás todavía… (Risas)
Contó entonces que sus padres, Aura y Luis Sarabia, eran grandes amantes de la cultura, en especial de la ópera. Que su madre, incluso, fue una de las fundadoras del Ateneo de Caracas, labor que llevó adelante María Luisa Escobar y un grupo de personalidades entre las que también figuraban Ana Julia Rojas y Josefina Juliac, dos figuras muy destacadas en la historia del teatro en Venezuela. Que después fue que llegó María Teresa Otero y convirtió al Ateneo en la gran institución que fue.
“Mi mamá y mi papá eran operáticos y cuando viajábamos íbamos a la ópera y a los grandes teatros. Por eso, yo desde niña estoy viendo Cavalleria rusticana, La traviata, Rigoletto, Tosca, La fuerza del destino. En Europa fui a las Termas de Caracalla, en Roma; al teatro La Fenice, en Venecia; a Covent Garden, en Londres. En Nueva York, al Metropolitan Opera House, en el Lincoln Center, y a muchos musicales. Yo los veía, fascinada, y me decía que yo quería estar allí pero no de este lado, sino del otro (es decir, no desde una butaca, sino en el escenario).
Mi mamá fue muy amiga de Ana Julia Rojas, de Horacio Peterson, de Alberto de Paz y Mateos. Y después de Carlos Giménez, de Isaac Chocron, Román Chalbaud. Tuve la suerte de estar todo el tiempo conectada totalmente con el mundo cultural del país. Porque no era solamente el mundo teatral, sino también el mundo de los poetas, de los escritores, de los pintores, de los músicos. Íbamos a los museos, a las exposiciones de pintura… Yo soy hija del mundo cultural del país.
Sin embargo, al crecer se olvidó del teatro y se puso a estudiar Periodismo. Lo hizo por tres años y abandonó. Después se fue a México a estudiar Conservación de Obras de Arte, becada por la Unesco, y también lo abandonó. «Cuando regresé a Caracas le dije a mis padres que yo lo que quería era ser actriz. Y a ellos no les quedó más remedio que aceptar mi voluntad”.
De actos culturales al gran Acto cultural
Un día, una amiga que trabajaba con el Nuevo Grupo la invitó a que la acompañara. Así fue como conoció a Cabrujas, que en ese momento estaba escribiendo Acto cultural. Sin perder tiempo, Tania Sarabia le dijo que ella quería ser actriz y que quería trabajar en esa obra. Él trató de desanimarla. Le dijo que era muy joven y que tenía muy poca experiencia actoral pues solo había actuado en algunos actos culturales. Pero ella insistió tanto que él terminó aceptándola y hasta incluyó en la pieza un personaje para que ella lo interpretara. Así nació Purificación Chocano, con el que Tania Sarabia debutó en el teatro en 1976.
¡Le pediste a Cabrujas ser actriz sin nunca haber estudiado actuación!
¡Con concha y car´e perro! Yo había visto mucho teatro y había leído mucho teatro, pero nunca lo había estudiado formalmente.
Naciste con esa vocación…
Si, pero hay que formarse. Aunque también puede darse que estudies en los mejores institutos de Nueva York, pero si no tienes talento, de nada sirve.
¿Cómo fue el salto del teatro a la televisión?
¡Ahí mismo! José Ignacio estaba escribiendo (junto a Salvador Garmendia) una miniserie que se llamaba Campeones, que transmitió RCTV. Era una adaptación para la televisión de una obra del escritor Guillermo Meneses. La protagonizaron Doris Wells y Miguel Ángel Landa. Con esa obra debuté en la televisión, también en 1976.
La formación académica vino después. En los ochenta entró a la Compañía Nacional de Teatro, donde estudió canto, expresión corporal, dicción. “Fueron cinco años, como una carrera universitaria, de martes a domingo, mañana y tarde, como en los colegios de antes”.
Los frutos cosechados
Desde entonces no ha parado. Ya perdió la cuenta de las obras teatrales, telenovelas y películas en las que ha actuado. Incluso ha tenido la suerte de que destacados escritores hayan creado personajes especialmente para ella y que hayan escrito obras especialmente para ella. Ese fue el caso de Que me llamen loca, de Fausto Verdial, uno de sus más grandes éxitos y con la cual Tania Sarabia marcó un hito al inaugurar el género de los monólogos en el teatro venezolano. “Allí interpretaba cuatro personajes: a una actriz, a una chichera, a una vieja y a un transformista de la avenida Libertador. Hasta una crítica por mi interpretación de este último personaje apareció en la revista Time de Nueva York”.
¿Cómo has logrado mantenerte en escena por tanto tiempo?
Son varios factores. La comicidad es un sustento que si lo sabes dosificar o buscarle la vuelta a todas las situaciones que se te presentan en tus personajes, resulta muy atractivo para el público. Yo, aunque tenía escenas dramáticas en las telenovelas, siempre trabajé esos personajes con dosis de humor y eso fue muy atractivo para los televidentes.
El humor es uno. Pero también el amor. El amor, el respeto y la pasión que uno le pone a esta profesión. Soy de las que cree que la tenacidad siempre triunfa, como decía José Ignacio. La persona que persevera siempre logra sus metas. La perseverancia, el esfuerzo, la superación de uno mismo, creo que es muy importante. Y más que el respeto a la profesión, es el respeto al público. Yo creo que ese también ha sido uno de los pilares de mi carrera. El respeto al público también solidifica tu arte, tu manera de expresarte.
¿La actuación ha sido lo más importante en tu vida?
Yo siempre digo que lo más importante está por venir. Siempre sueño con eso. Es una manera de tener una visión de que uno no ha hecho lo más importante aún. Lo más importante siempre está por verse. Creo firmemente en eso.
¿Tuviste que renunciar a algo para cumplir tu sueño de ser actriz?
Renunciar, no. Pero sí lamento no haber pasado más tiempo con mi hija cuando era pequeña. Eso es lo único que puedo decir que lamento profundamente: no haber disfrutado la niñez de mi hija por estar metida en un teatro. Eso lo lamento profundamente. Y se lo he dicho a mi hija.
¿Pero tienen buenas relaciones…?
Sí, perfectas.
¿Ella vive ahora en Suiza, no?
Si.
¿Se fue en el marco de esta diáspora?
No, ella se fue por razones románticas. Ella se enamoró de un suizo, se casó con el suizo, le parió al suizo y ahora se divorció del suizo. Y lleva 10 años viviendo en Suiza.
¿Cuántos nietos tienes?
Dos, porque ella primero estuvo casada con un inglés. El mayor tiene 20 años y se llama Andrew. El pequeño tiene 11 y se llama Aaron Emil.
¿Los ves con frecuencia?
Trato de verlos aunque sea una vez al año. Siempre me voy a pasar la Navidad con ellos.
¿Hay algo a lo que le tengas miedo?
Ante le temía al fracaso, me parecía horrible. Pero hoy día creo que uno aprende más del fracaso que del éxito. Miedo a la muerte, como todo el mundo. Nadie quiere morirse. Miedo al dolor. Miedo a la muerte de nuestro país. Yo siento que lo están dejando morir y eso me crea mucha angustia. No saber qué va a pasar, me causa mucho miedo. Veo que el país está agonizando y no pasa nada. A lo mejor están pasando muchas cosas, pero yo no me estoy enterando.
¿Y qué te hace enojar?
La injusticia
¿Cómo es tu personalidad? ¿Eres ansiosa o tranquila, eres mandona o eres sumisa…?
Tengo un poquito de todo. Surtida como en una feria, como dicen en México (Risas)
¿Pero hay algún rasgo sobresaliente de tu personalidad?
Lo que más me gusta es reírme. Soy una persona que quiere a la gente, que quiere al país, quiero a mis amigos. Trato de entender a los demás, no sé si lo logro, pero lo intento. Y trato de no hacerle daño a nadie. Eso me parece horrible. Yo sufro mucho por los muchachos que están presos. ¡Cómo los van a tratar así por pensar distinto!
Creo que hay que respetar al ser humano, respetar a la naturaleza, a los animales. Uno tiene que tomar conciencia de todo el daño que le hemos hecho al planeta. Pero también me alegra mucho ver cómo la naturaleza nos ha estado respondiendo durante este confinamiento. En India la gente ha podido volver a ver el Himalaya, la montaña más alta del mundo, porque ha disminuido la contaminación. Los peces han vuelto a nadar en los canales de Venecia.
¡Hasta ovnis se están viendo, pues! Yo a esos no les tengo miedo. Más miedo les tengo a estos de aquí… (Risas)