Desde los antiguos actores que interpretaban a “troyanas” helénicas pasando por los centenarios onagatas o las isabelinas Julieta, Ofelia o Desdémona, el travestí ha sido y es esencia del más recalcitrante tradicionalismo teatral. Stheler apuntaba que el mejor intérprete de un personaje femenino es un actor por su distanciamiento de género. Kevin Jorges no llegó a conocer en persona a Lindsay Kemp o Kazuo Ono, pero se ha convertido en un leal intérprete y heredero del más y mejor sentido de la teatralidad: el travestismo.
Kevin Jorges como buen millennials absorbe los conocimientos del espectáculo como cultura y las redes sociales en la búsqueda de una identidad de rostro contra máscara tras su formación académica en UNEARTE y maestros de la talla del español Toni Cots, el mexicano Tito Vasconcelos y nuestro Orlando Arocha en dirección escénica donde también ejerce su arte con premiada gallardía.
La Rompe se inicia en el género ínfimo al buen decir de don Álvaro Retana y trasciende más allá del redil microscópico para trascender a la global pantalla chica de señal abierta y cableada. Escribe, actúa y dirige su álter ego escénico sin abandonar los meandros que cimbrean su carrera desde Brecht y Fo hasta José Simón Escalona, von Mayenburg, Christopher Shinn y Sergio Blanco.
Las rupturas del código establecido quizá el dieron nombre al personaje que perfora con su juventud. Una juventud que por delante tiene el difícil reto de continuar en una sociedad por construir.
Javier Vidal Pradas