Te querré infinito
Estrenado en 2004, este texto nos llega de la mano de la dramaturga española Gemma Rodríguez y gracias a la puesta en escena del Grupo Teatral Séptimo Piso, liderado por Dairo Piñeres, cumplió temporada hasta el domingo pasado. Janset Rojas, Varinia Arráiz, Alexander Rivera, Luis Vicente González y Simona Chirinos, son los encargados de dar vida a los tres personajes propuestos por Rodríguez en este melodrama teatral, que cuenta los embates de un amor prometido y no cumplido.
Piñeres, echa mano de nuevo de su astucia como director coreográfico, y como sagaz productor, el espacio escénico se desvela como una elegante y sobria oficina que sirve en paralelo como recinto de trabajo y dirección de un colegio, perfecto para la acción narrada. Creemos que el mayor acierto de esta propuesta se traduce precisamente ahí, en el espacio escénico. Justo, preciso, funcional y estéticamente acertado. Como decíamos, la dirección hace gala de sus bien manejados juegos coreográficos que le caracterizan y decide "doblar" en número de actores a los personajes protagónicos: Nico y Clara. Gana en dinamismo y ritmo la puesta en escena con este particular y arroja imágenes verdaderamente hermosas al lograr la coordinación exacta de los cuatro actores, sin embargo, los textos al unísono restan a una puesta que puede ser extraordinaria, matiz e interpretación dramática.
Por su parte los histriones protagónicos (jóvenes actores) hacen lo justo por llegarle a los caracteres propuestos por Gemma Rodríguez y no es porque su talento y trabajo escénico se los impidan, no, sino porque la anécdota que se cuenta ciertamente es más creíble con actores de mayor edad y experiencia de vida. Con esto no queremos descalificar sus desempeños, todo lo contrario, aplaudimos la astucia de los mismos resaltando los trabajos de Alexander Rivera y Yanset Rojas, que se nos revela como una actriz en formación que estamos seguros dará mucho qué decir en los próximos años si continúa su formación y trabajo sobre las tablas.
Mención aparte merece el trabajo de Simona Chirinos como La directora, personaje que actúa como juez y conciencia de la desastrosa relación marital entre la pareja protagónica y su pequeño hijo de 7 años. Chirinos demuestra en su performance el certero camino de una intérprete rumbo a su madurez como actriz, un trabajo sólido, creíble, sincero, divertido, conmovedor y contundente que encanta sólo con su presencia escénica.
En resumen, esta lectura escénica de Te querré infinito se concreta como un espectáculo de excelente y cuidada producción, astucia en el dibujo escénico y reconocible esfuerzo actoral que producen un montaje de gran factura, muestra de la generación de relevo teatral de nuestro país.
¡Ay Carmela!
Habiten donde habiten, su paisaje interior se abre siempre sobre un horizonte foráneo
Sánchez Sinisterra
A mitad del mes de enero, se estrenó en el Teatro Trasnocho la versión escénica, a cargo del Grupo Skena, del clásico español del teatro contemporáneo ¡Ay Carmela! Decimos clásico, porque su autor, José Sánchez Sinisterra, se ha convertido con el devenir de los años, en el autor más representativo y uno de los pilares fundamentales de la dramaturgia ibérica de las últimas cuatro décadas. No sólo dramaturgo, sino, director, maestro y gerente teatral, Sinisterra ha sabido plantear su filosofía escénica de la mano de su grupo Teatro de La Frontera en su propia Sala Beckett desde Barcelona. Ésta, una de sus obras más aplaudidas y representada en innumerables países e idiomas, llega a Caracas, dando la oportunidad al novel director Armando Álvarez, a subir de nuevo a las tablas acompañado de un dueto de lujo: Basilio Álvarez y la primera actriz Tania Sarabia.
Una resolución escénica sencilla, sin espectacularidad, como lo exige el texto, Armando Álvarez se apoya indefectiblemente en sus histriones, y no podría ser de otra forma, dos veteranos de nuestras tablas, como titanes de un rin, desatan las risas y reflexiones del público asistente, gracias a la genial pluma del maestro Sinisterrra.
Llevada al celuloide, protagonizada por la diva Carmen Maura y dirigida por Carlos Saura, también fue escenificada en Caracas, gracias al Festival Internacional de Teatro de Caracas (FIT) protagonizada por Verónica Forqué. Esta lectura de ¡Ay Carmela! Nos resulta como anillo al dedo en estos tiempos políticos tan convulsos que vivimos los venezolanos. La tolerancia, el desmedido poder, la guerra entre hermanos, la solidaridad, la amistad, el amor y la lealtad a los principios individuales, son los grandes temas que en esta pieza se plantean. Carmela es un fantasma que dialoga con su antiguo patner de show Paulino, junto a quien formaba una compañía de cómicos trashumantes que por equivocación caen en manos del bando equivocado. Durante una representación ante la tropa, Carmela es asesinada, por no compartir las mismas ideas y no ser pasiva ante la injusticia del poder, dejando a su amigo solo, y siendo éste quien nos cuenta la historia en el presente, gracias a los saltos temporales.
Aunque aparentemente resultaría ser una anécdota muy fácil de representar, por el contrario, el texto de ¡Ay Carmela! Resulta un arma de doble filo, porque con humor negro y aparente superficialidad cómica, hunde el dedo en la llaga de la injusticia. En este caso, es gracias a Basilio Álvarez que podemos equilibrar y disfrutar de lo antes dicho. Basilio en su personaje de Paulino, demuestra una vez más que goza de un histrionismo único que le permite colocarse en posición privilegiada en la lista de los mejores actores venezolanos, su caracterización es contundente y plena de matices que divierten y conmueven, sin lugar a dudas un placer disfrutar de su desempeño en escena. Por su parte su compañera Tania Sarabia, utiliza los recursos ya conocidos y que la han llevado al pedestal que se merece y donde el público venezolano goza de apreciarla. Su personaje, no es tarea fácil, es el matiz del que hablamos es el drama vs la comedia, y en ocasiones se suele tentar más por la segunda que por la primera por característica natural de su enorme talento para la comicidad. Sin embargo nos satisfizo mucho disfrutar de su composición escénica procurando dar este quiebre al que nos referimos y no banalizar hacia la risa fácil al personaje.
Por su parte la dirección escénica se muestra correcta, sin ningún elemento espectacular, Armando Álvarez prefiere dejar que sus actores den rienda suelta a su veteranía. Nuestra observación apunta a poner un poco de mayor énfasis en el momento de la muerte de la protagonista, clímax de la pieza que se pierde por falta de intensidad y excesiva rapidez. Puede ser una hermosa imagen y no una intrascendente acción escénica.
España nos sigue dando motivos para pensarla y retomarla, dos textos, dos propuestas escénicas que nos vuelven a emparentar con los orígenes de nuestra cultura y la llamada "Madre Patria", textos que coquetean con el amor, le guiñan un ojo a la traición y desencadenan la pasión, elemento fundamental e infaltable sobre las tablas.
Caracas, 8 de Marzo de 2008
Comentarios: luisalbertorosas@gmail.com
Luis Alberto Rosas