Está retirado de la cotidianidad crítica y se ha dedicado de lleno a la docencia e investigación universitarias, siempre, por supuesto en las artes escénicas, su gran pasión. Y es por eso que ahora Leonardo Azparren Giménez (Barquisimeto, 1941) entrega su más reciente publicación: Estudios sobre teatro venezolano, un texto de 286 páginas, editado por la UCV.
Azparren Giménez advierte que los trabajos o ensayos que integran este libro fueron redactados a lo largo de dos décadas y más. “Su compilación intentó ser cuidadosa y coherente, para ofrecer una visión que, con sus matices y giros, he mantenido a lo largo de los años. Es una visión crítica del proceso institucional del teatro venezolano; pero también es una visión que ha intentado y deseado valorar la importancia y los aportes de nuestros mejores realizadores teatrales”.
“La práctica teatral” y “Dramaturgos”, con diez y 11 ensayos, son los segmentos que integran esta publicación, con la cual Azparren Giménez arriba a 14 volúmenes de una producción caracterizada por la selectividad y profundidad de sus temas, porque sus opiniones fundamentadas escapan a la crítica volandera y se transforman en documentos vitales para sopesar el hecho teatral venezolano de los siglos XIX y XX.
Como nosotros aún proseguimos la actividad crítica periodística, creemos que es importante para los lectores y teatreros en general esta cita – en las páginas 33 y 34- donde apunta que “observar es la actividad de la crítica teatral; observar y proponer respuestas. Por lo general es menos complicado observar los elementos externos de la práctica teatral: la dicción y el movimiento, el maquillaje y el vestuario,los actos y las escenas…
La observación de la crítica teatral penetra la práctica teatral y la valora; nunca la sanciona (ésta es otra premisa como punto de partida). Pero valorar una práctica teatral con base en la observación puede molestar, en particular a nuestras instituciones mediadoras.
Por ejemplo, observar que los subsidios generan asalariados pero no necesariamente crean artistas. Una cosa es la creación de un artista y otra que alguien se crea tal, y además, profesional.
Observar, buscar y proponer respuestas en nuestra práctica teatral puede ser crucial para esclarecer situaciones, aunque las desmitifique. Lo cierto es que por no observar nuestros contornos, es oficiosa y rutinaria, hábitos que atrofian la observación. Por eso, nuestra reflexión crítica tiene por delante que alcanzar el arte de hacer la verdad manejable como un arma”.
Y en estos días cuando se festejan los 100 años del nacimiento de Arturo Uslar Pietri, es adecuado citar -ver las páginas 198,199 y 200- lo que hizo AUP para el teatro venezolano, pues publicó, cuando era muy joven, "E Ultreja" y "Las llaves". En ambas obras renunció a la anécdota y al realismo y propuso dos discursos que ensayan el surrealismo y el absurdo escénicos…
“Con ambas obras, Uslar aportó al teatro venezolano el valor dramático del estar absoluto en situación con otros, algo desconocido en el discurso teatral de la época. Escribió dos obras en las que lo trivial e irrisorio sostiene la acción sin orden ni sentidos; de ahí que se alejara de los hábitos escénicos de la época. Las situaciones y los personajes carecen de contornos y arraigos. Uslar los imaginó sin rasgos psicológicos y al margen de la historia empírica. Por eso es más evidente su visión iconoclasta contra la compostura del teatro realista, mimético y ejemplarizante, y contra el gusto del público”.
Azparren Giménez es una de las mentes más lúcidas y más cultivadas de la contemporánea crítica teatral criolla. Y es por eso que invito a los lectores a detenerse, con paciencia, en el ensayo "El americano ilustrado de Cabrujas", que va de la página 251 a la 257. Ahí predica, y lo hace con sustentos, que con "El americano ilustrado" confirma, pero al mismo tiempo amplía, su discurso teatral. “La idea rectora de esta obra es la situación dramática básica que resulta de la interacción de las esferas afectivas y políticas de sus protagonistas, los hermanos Arístides y Anselmo Lander, en la Venezuela de la segunda mitad del siglo XIX.
Este conflicto, característico de la dramaturgia de Cabrujas, se manifiesta a través de fuertes carencias afectivas, de impotencia para resolver las exigencias de la vida política y de una invasión en ambas esferas, que no son cobardía sino desesperación y acusación”.
Un libro básico para conocer al teatro venezolano.
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E.A.Moreno Uribe