PHOTOMANIFIESTO nicola rocco
SI PUDIERA CONTARLO CON PALABRAS, NO ME SERIA NECESARIO CARGAR CON UNA CÁMARA
Saludos:
les invito a visitar mi blog fotográfico
Espero sea de su agrado
Nicola Rocco
fotografia
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0412-7066410
(Ver: http://iiiequis.blogspot.com/2007/10/blog-post_3723.html)
De donde viene mi nombre…
Mi nombre es Nicola Rocco. Mi padre es italiano, del sur de Italia y mi madre venezolana. Nací en Caracas el 20 de abril de 1966. Ya tengo 40 años.
Mi primera foto…
Mi primera foto… no la recuerdo… debe haber sido en algún evento familiar, ya sea un viaje o un cumpleaños. No puedo decir que a los 5 años me le acerqué a mis padres y les dije: “quiero ser fotógrafo”, pero si tengo claro que no me gustaba ser retratado tanto como retratar, así que siempre me ofrecí para ser el que tomaba las fotos. Profesionalmente, seguro que fue una rueda de prensa, cuando comencé a trabajar en “El Tiempo” de Puerto La Cruz, en su corresponsalía en Caracas, por los años 90.
Cómo surgió mi vocación…
Debo admitir que al principio, lo que me llevó a convertirme en profesional de la fotografía fue “la Providencia”, por así decirlo. Andaba en los ventitantos y no tenía claro que quería hacer. Probé ser desde albañil hasta aprendiz de policía, hasta que en una oportunidad se dio el chance de trabajar en esta corresponsalía de “El Tiempo” de Puerto La Cruz. Más allá de lo que iba a hacer, mi emoción fue porque conseguí un trabajo por el cual no apostaba. Ellos (El Tiempo) fueron muy audaces al contratarme. Sin embargo, mi vocación se fue moldeando… para mí era un mundo totalmente nuevo. Experimentar y formar parte de la noticia diaria fue increíble, pero creo que definitivamente lo que me motivó, fue el aprender a revelar y copiar.
Mi maestro…
Así pues, fui descubriendo y aprendiendo, maravillándome y cometiendo errores -esto sucedía todos los días y era lo que definía mi formación. Aprendí en el camino, con las experiencias, preguntando y viendo como trabajaban los verdaderos fotógrafos. En ese ínterin comencé los estudios de lo que realmente me llamaba la atención: el cine. Lo que aprendí allí, lo terminaría aplicando a lo que iba convirtiéndose en mi carrera, en mi oficio.
Luego vino el segundo descubrimiento: un día, si mal no recuerdo, José Domínguez se me acercó y me pidió que le hiciera unas fotos a la obra “Pavlov” de Gustavo Ott. Entrar en este mundo virgen para mí fue increíble porque mientras yo desarrollaba mi oficio como fotoperiodista, el teatro me permitía otro tipo de experimentación, así que lo disfruté desde el principio. Al poco tiempo conocí a Roland Streuli y a Miguel Gracia. Recuerdo que me sentía fuera de lugar cuando coincidíamos en los ensayos generales y luego comparaba mis resultados con los de ellos, en especial con los de Gracia. Un día me atreví a preguntarle a Miguel si me podía ayudar con un problema técnico que tenía y para mi sorpresa accedió. Era como si un gran mago te permitiera conocer alguno de sus trucos. Estaba muy emocionado y lo que me enseñó en un día fue tal que desde entonces lo considero mi maestro, no sólo por lo que me explicó sino porque también me enseñó a pensar y a ser fotógrafo, a sentirme como tal.
Mis primeros trabajos…
Cuando comencé en “El Tiempo” de Puerto La Cruz, realmente no tenía idea sí iba a continuar como fotógrafo. Para mí, eso era sólo un trabajo. Luego de conocer a Gracia, al comenzar a obtener buenos resultados y a entender lo que hacía, fue cuando comprendí que esto me gustaba y que yo servía para ello. Gracias a “El Tiempo”, pude participar en mi primer Festival Internacional de Teatro y definitivamente me adentré en ese mundo, sentí que formaba parte de él. No sólo era el ir a tomar las fotos, conocí a los actores fuera de los escenarios, a los directores…para mí era todo un aprendizaje. De " El Tiempo", pasé al "Daily Journal", "Economía Hoy", las agencias Reuters y AP hasta llegar a "El Universal". En todos estos periódicos y agencias, uno tiene la oportunidad de realizar todo tipo de fotografías, con diferentes estilos y motivos: ciudad, deportes, entrevistas, cultura, espectáculos, etc.
Entre dos aguas…
Mientras estaba en "El Tiempo", fui también fotógrafo del Presidente del CONAC que en ese entonces era el maestro Abreu, trabajo que conseguí gracias a Manuel Sáenz. Fue a él a quien acudí cuando obtuve el trabajo en "El Tiempo" y me enseñó los basamentos para poder trabajar como fotógrafo de prensa. Verán, yo tenía alguna idea de lo que era tomar fotos, pero ¿cubrir una rueda de prensa? Para nada. Pues bien, Manuel me guió tanto en eso como en el revelado y copiado. Este acercamiento al mundo cultural me expandió más que nada mis vivencias; ya dependía de mí, desde ese punto comenzar a labrarme no sólo un oficio, sino también una carrera. Luego del CONAC pasé a “Economía Hoy” para hacer unas vacaciones. Nuevamente la “Providencia”, haciendo lo suyo, me colocó en los días de noviembre, cuando el “segundo golpe de estado”. Allí conocí a Carlos Hernández, quien era fotógrafo staff de la Agencia Reuter y quien se convertiría en mi jefe, mi mentor y amigo.
En mi paso por la Agencia Reuters, experimenté un nuevo crecimiento profesional, estético y de interpretación. Allí tuve mi primer contacto con el negativo a color y con la tecnología de punta, utilizábamos las más avanzadas cámaras que habían en el mercado, así como los instrumentos para la transmisión de las fotos. Por ejemplo, a mi llegada a cualquier sitio, tenía que viajar con un laboratorio portátil y convertir el baño de la habitación del hotel en un cuarto oscuro.
Así pues, mientras ocurría todo esto por el lado periodístico, la fotografía de teatro también comenzó a tomar su forma y a retroalimentarse con mi otra fotografía. El fotoperiodismo permite un desarrollo técnico y estético enfocado a trasmitir una situación, trata de resumir en imágenes lo que acontece; sus sentidos trabajan diferente, es como leer signos, interpretarlos y darles coherencia. Este género empezó de una manera muy solapada a influir en mi fotografía de teatro; comenzaron a mezclarse los estilos, porque de la misma manera, la fotografía de teatro, que podría describir como más preciosista y volcada a los detalles, también concentra en momentos las acciones e influyó definitivamente en el encuadre de mis fotos de prensa. Es como si viera una obra desde el punto de vista periodístico y a un hecho noticioso desde el teatral.
La cámara digital…
Mi contacto con la era digital me llegó estando en “El Universal”. Para cuando entro a formar parte de su staff de fotógrafos, en el 98, se trabajaba todavía con negativo a color, así que no tuve problemas de adaptación. Pero en el 2.000, llegan al periódico las primeras digitales. Eran unas cámaras construidas entre la Kodac y la Canon.
Al principio nadie se atrevía a usarlas; entiéndase que era un cambio radical, muchos no lo concebían como posible. De nuevo se presentaba ante mí una oportunidad de experimentar, y decido hacerlo. Solo diré que desde el año 2000, no he vuelto a trabajar en negativo salvo en casos específicos o de emergencia. Primero, la digital te da inmediatez. Poder chequear lo que acabas de fotografiar es una gran ventaja, ya se acabó la angustia que uno tenía hasta que se revelara el negativo. Segundo, es versátil en el manejo de las sensibilidades, puedes ir de 100 asa a 3200, con solo un botón, algo que en las de negativo implicaba todo un trabajo engorroso. Al principio, estas máquinas digitales no estaban a la altura de los resultados que se obtenían con un negativo de 35mm, pero eso era sólo cuestión de tiempo, o más bien, de modelos subsiguientes. Otra de las ventajas de la cámara digital, que para mi fue determinante en especial para teatro, es su capacidad para leer la luz.
Estas cámaras se acercan más a la tecnología de video, lo que facilita el trabajo en los ambientes muy escasos de luz, como ocurre en muchas de las obras de teatro. Así mismo contamos con la nueva herramienta para revelar las fotos digitales: el Photoshop, otro mundo de infinitas posibilidades.
Entonces desde el 2000, comienzo a trabajar con todas las cámaras digitales que van llegando al periódico, una mejor que la otra. Eso me da una sensación de libertad porque el saber como va tu trabajo, permite ir más adelante, con mayor rapidez. Sin embargo, siguen rigiendo las mismas premisas de la fotografía, sólo que ahora estamos en posibilidad de transgredirlas con mayor fuerza y mayor libertad de creación. Esta nueva tecnología es una herramienta poderosa que se debe conocer, sino puede convertirse en tu peor enemigo, y debe usarse con criterio y ética, valores que vienen de la formación de uno como fotógrafo. A pesar de todos sus beneficios, la cámara digital no te va hacer mejor fotógrafo. No es más que un artilugio para uno hacer su trabajo. Es como si compitieras con un Wolkswagen y te dan un Ferrari, eso no te asegura el triunfo, debes ser buen piloto.
El estilo…
Ahora con todo este bagaje a mis espaldas me faltaba algo por lograr: mi propio estilo. ¿Si lo he logrado? Creo que estoy acercándome a ello… la mezcla de la foto de prensa con la foto teatral…es determinante. Lo más importante para mí es aprender sobre teatro, viendo muchas obras, leyendo y volviendo a ver. El cine, y su lenguaje han influido en mí y de alguna manera he querido llevarlo a mis fotos. Si logro una foto que transmite más allá de la información como tal, que permite al observador tener un nuevo punto de vista en el cual él observe lo que al ojo normal se le escapa, entonces podré decir que he tocado al arte. En mis fotos de teatro siempre intento revelar el proceso
continuo y cambiante de una puesta y del trabajo de los actores. Si esto le llega al observador común, me doy por satisfecho.
Satisfacciones…
Este intento ha visto sus frutos y cuando alguna foto ha sido premiada, me satisface más que nada por la foto; es un cumplido para ella. Cuando realicé la serie de Barrios en “El Universal” con la cual gané el Premio Nacional, igualmente cuando hice “Noches en Rojo y Negro” con el que obtuve mención en el Andrés Mata, o las fotos de Vargas que recibieron el premio de la Biblioteca Nacional, siento más que nada que se refuerza la existencia de estas imágenes, que en ellas vieron ese algo más, ya sea documental o estético
El continúo aprendizaje…
Trabajo que tenga siempre como norte el propósito de aprender y que me ayude para lograrlo, será bienvenido. Uno esté en un aprendizaje todo el tiempo y la manera como uno interpreta lo que le rodea, lo que lee o lo que ve, son herramientas que te ayudan a seguir avanzando.
A fin de cuentas…
Cuando una imagen puede cambiar a una persona, ayudar a unos o simplemente da contemplación a otros, es un trabajo completo.
Esa mochila es la que lo acompaña a uno en su existencia, buscando dar tu visión de las cosas, coincidiendo con unos o contradiciendo a otros, arriesgándote para alcanzar lo que consideras es tu camino a seguir…
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