Yocasta es una pieza teatral dirigida por Santiago Sánchez Espinoza que se presenta como muestra final de una asignatura electiva de la Escuela de Artes de la UCV.
En una casa de la Caracas actual se sitúa una familia de la mitología griega. Los hijos de Yocasta y Edipo –Antígona, Eteocles y Polinices–, se encuentran reunidos en la sala de estar, sin demasiada luz que les interrumpa sus planes. Las reflexiones son siempre ideadas desde la muerte. El mejor ángulo es el contraluz en el que el espectador puede, no sólo sentirse involucrado, sino temeroso de lo que allí pueda pasar.
La Yocasta de León Febres-Cordero, que se presentará en el Centro de Creación Artística TET hasta el 10 de abril, hace guiños a la sociedad venezolana que atravesó por un mar de sangre en Puente Llaguno y padece de inseguridad y largas colas a diario. Es el trasladar una situación mitológica a un asunto terrenal: la capacidad del hombre de matar a otro, que es igual a él, que vino al mundo en las mismas condiciones y que puede, no sólo de atentar contra su vida, sino con otra vida.
En los cuatro actos del montaje, la pieza teatral está sumida en un silencio incómodo y una oscuridad apabullante. Areani Rondón, Alí Rondón y Oswaldo Maccio derrochan juventud y rencor. Es una relación de insultos, cariños, de buscar culpables, en un juego de voces que inquietan al espectador porque pasan de tenues a ser inmediatamente melodiosas e intensas.
El texto es tan rico en información como en historia. Requiere de un espectador culto, o al menos interesado en trasladar el pasado al presente, en un contexto país determinado, sin desvirtuar por ello el significado real de la muerte del padre de estos hermanos. Para Alí Rondón, el tema es un asunto recurrente. Desde su participación en la película Hermano ha lidiado exponencialmente con este tipo de relaciones de amor-odio en las historias. Ahora le corresponde iniciar una lucha fratricida en las tablas, de la mano de su hermana en la vida real. Un cuadro lleno de elementos modernos, incluso el vestuario y peinados, y dialecto entendible en esta Caracas de caos y mezclas.
La escenografía, tan minimalista como el aforo de la sala para esta ocasión, ayuda a que el público no se haga demasiadas ilusiones. Lo dijo el autor: “El asunto no tiene solución. El hombre mata. Ha matado, mata y seguirá matando. Es así, no le demos más vueltas”.
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Marcy Alejandra Rangel