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Dos Razones para ir a San Martín


La marquesina actual del teatro San Martín de Caracas, exhibe dos extraordinarias ofertas para disfrutar de buen teatro venezolano: Segundo Padre, en su Sala Principal y El contrabajo, en la Sala TextoTeatro , sendas propuestas que hablan muy bien del intenso trabajo que los profesionales del arte escénico venezolano realizan amén de las dificultades de producción.
 

Padre nuestro de cada día
 
El ingenio del dramaturgo venezolano Gustavo Ott no tiene límites y gracias a su equipo de trabajo han ideado el proyecto denominado Padre, en el cual un grupo de dramaturgos se reunieron a desarrollar sus propuestas dramáticas en torno a un mismo tema: la figura paterna. Lo particular del asunto estriba en que todos deben partir de un mismo personaje, en este caso el padre de nombre: José. En 2007 se estrenó el primer ciclo y esta vez asistimos a la concreción del Segundo Padre con tres piezas escritas por: Luis Mario Moncada (México), El Testamento de José; Patricia Suárez (Argentina),  La Rosa Mística ; y Gustavo Ott (Venezuela), Notará que llevo un arma en un solo espectáculo llevado a cabo por el director mexicano invitado: Marco Vieyra e interpretado por los actores: Luis Domingo González, Susana Varela (actriz invitada del CELCIT-Argentina), José Gregorio Martínez, David Villegas y Jennifer Morales.
 
El proyecto resulta de sumo interés ya que se involucran varios escritores iberoamericanos (en total 13 hasta ahora) a reflexionar a través de sus textos acerca de una figura tan particular y representativa de la familia iberoamericana como la figura paterna en sus distintas caracterizaciones y lograr presentar las distintas caras de ese pilar familiar, que sin duda alguna deja huella en todo ser humano. En este sentido el espectáculo que se concreta en este segundo ciclo, nos pasea por tres padres en facetas disímiles: una es el José fallecido (El testamento de José) aquel padre taciturno y aparentemente seco, que juzgó y manejó la vida de sus familiares a su antojo y quien después de su muerte hace varias revelaciones que terminan por golpear duramente el seno familiar, logrando la desestabilización aun en el más allá. La segunda propuesta (La Rosa Mística ) toca la idiosincrasia religiosa de nuestros pueblos; en este caso el José, tocado por la divinidad a través de La Virgen de la Rosa Mística , ha sido seleccionado para que sea él donde se obre el milagro de verla llorar. Un hombre incrédulo hasta ese momento revoluciona su familia convirtiéndose en fervoroso cristiano y dejando de atender sus responsabilidades como padre, esposo, hombre, amante para entregarse a la fama y reconocimiento que esto pueda traer, para al final conseguir su propia destrucción al desmontarse su ficción y reconocer su enajenamiento religioso. En el tercer texto Notará que llevo un arma, Gustavo Ott hurga en lo más bajo de las relaciones familiares y nos presenta un aberrado José, el padre indefinido, bi-sexual que violenta la intimidad de su hija para abusar sexualmente de ella durante su infancia y mostrarnos de una manera muy cruda una realidad innegable en muchos hogares iberoamericanos y su debate entre ocultar su desviada forma de vida o desaparecer en compañía de un travesti de pueblo.
 
La inteligencia de Vieyra como director, se concreta en su correcta dirección de actores y su arrojada puesta en escena, un espacio bi-frontal con los elementos necesarios para jugar a recrear junto al espectador las tres piezas de una forma creativa y gustosamente contemporánea, donde se rompe el espacio escénico, para aprovecharlo al máximo y se multiplica en muchos, permitiendo al público crear en su mente los distintos espacios de ficción donde se desarrollan las tres historias. Una puesta dinámica, llena de ritmo corporal y plena de simbolismos le permiten al director, sin ninguna "espectacularidad" enganchar al espectador sin dejarle descanso hasta el fin, haciéndolo cómplice casi voyeur de las intimidades de estos grupos familiares.
 
Creemos que el hallazgo de este espectáculo sin duda alguna está en la conjugación de la dramaturgia y cómo ésta es leída tanto por los actores como el director, quienes concretan una extraordinaria visión artística, dinámica, contemporánea, profesional, divertida y a la vez contundentemente dura que habla del compromiso de este grupo de artistas teatrales.
 
Por su parte los actores impactan por sus caracterizaciones y transiciones de un personaje a otro, dúctiles, maleables, dan muestra de la sapiencia de su oficio y la correcta directriz de un arrojado director, para lograr conmover y atrapar sin ningún artificio, más que sus cuerpos, voces y emociones a un público caraqueño ávido de buen teatro que en este caso no dudará de levantarse de sus asientos para premiar el talento y la inteligencia de este grupo de profesionales del arte escénico latinoamericano.
 
El tormento de un contrabajo
 
Patrick Süskind vuelve a la escena venezolana, esta vez de la mano de la agrupación Amarcord Teatro, bajo la égida de la primera actriz Maria Teresa Haiek, quien junto a su actor Jesús Miguel Das Merces, dan vida a la atormentada historia de un músico encerrado en su cápsula insonorizada, atrapado por la enajenante relación que lleva con su instrumento: el  contrabajo.
 
La anécdota no nos es ajena, puesto que en 1998, gracias a la agrupación Skena, pudimos apreciar esta joya de la literatura universal de la mano del director Basilio Álvarez y el actor Giovanni Reali, quienes cosecharon grandes éxitos con la puesta en cuestión.
 
Sin embargo, la lectura que Haiek realiza nos muestra a este músico de la Orquesta Nacional alemana, dependiente de un sueldo y atrapado en sus disertaciones internas frente a su realidad, encarnado de manera contundente por el actor Jesús Miguel Das Merces. Un personaje construido desde el interior para conmover al público, sin necesidad de lo obvio, de la desesperación y del exagerado gesto que supondríamos podría caracterizar este tipo de personalidad. Por el contrario, Das Merces junto a Haiek, logran hilar fino la vida interna tan compleja de este carácter para enfrentarlo al espectador en una puesta en escena sencilla, coherente, limpia y sin ninguna intención más que la de llevar a escena de manera correcta un difícil texto que ya por su formato de monólogo invita a la distancia escénica.
 
Lo interesante de esta propuesta es que lo anterior no ocurre, todo lo contrario, el espectador acompaña a este hombre a través de sus relatos, de su soledad, de su deseo de consumar el amor sin que la relación con su instrumento se lo impida. Atrapa al público haciéndolo padecer la dependencia de un ser humano con un incómodo instrumento, que no solamente le brinda el modo de subsistencia al personaje en cuestión, sino que es su conexión con el arte y con el mundo exterior.
 
Es sin duda una característica innegable en los textos de Süskind, la necesidad de contar la vida de aquéllos que han decidido aislarse de la sociedad donde viven y construir personalidades que llegan a la patología con sus acciones, para terminar en ciclos interminables de encierro y cuestionamiento constante de lo felices o infelices que pueden llegar a ser con sus formas de vida.
 
Süskind nació en la localidad bávara de Ambach- Alemania. "Desde 1968 a 1974 estudió Historia medieval y moderna en Munich y Aix-en-Provence. Su primera obra fue un monólogo teatral, El contrabajo (1984), aunque el éxito le llegó con El Perfume (1985), que lo desveló como un gran narrador. Sus siguientes novelas La Paloma (1988) y La historia del señor Sommer (1991), narración ilustrada con dibujos de Sempé, no tuvieron el éxito de El Perfume. Actualmente vive una vida aislada al lado del lago Starnberger, en su ciudad natal." (Tomado de: http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2340)
 
Sólida propuesta ésta que presenta Amarcord Teatro, que se perfila como una extraordinaria oportunidad para disfrutar de teatro de autor bien realizado, con una actuación sincera, veraz, que trasciende los estereotipos y se concentra en las transiciones emocionales de este difícil carácter, que llega a conmover de manera contundente al espectador cuando se identifica con el drama de este ser condenado por sí mismo a padecer la cárcel que su autor le creó. Aunado a la cuidada producción que lleva adelante Luis Alfredo Mancera.
 
En síntesis, aplaudimos, reconocemos y recomendamos ampliamente las dos propuestas escénicas que nos brinda el Teatro San Martín, más hoy en día cuando revisamos nuestra cartelera teatral y descubrimos la pléyade de espectáculos en serie que inundan los teatros de la ciudad, hay que sacar con pinzas las verdaderas propuestas artísticas, creativas, profesionales y realizadas con verdadera consciencia de arte teatral, respetando al público que paga por verlas y éstas forman parte de ese grupo. Sin lugar a dudas estas dos piezas dan un respiro a nuestra cartelera y a las cuales les auguramos los mejores resultados pues consolidan lo que realmente se denomina, a nuestro juicio: buen teatro.

L. A. R.
Comentarios: luisalbertorosas@gmail.com

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Luis Alberto Rosas

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